Género: Poema
Escrito: 2015
No son las cuatro paredes
y dos desordenados techos
los que hacen que tus
manos
y las demás no se
enlacen.
No son tus fuertes
chistes
tus satíricas bromas
llenas de una ira
ofuscada
las que te hacen arquear
tu mandíbula de forma
desternillante.
No son tus contactos
exteriores
los que te hacen sonreír
los que te hacen vivir.
Es como si preferirías la
paja
a los, poco a poco,
ocasionales
y alcoholizados polvos.
No son todos aquellos
que aseguran su apoyo,
que vendrán a ser tu rama
cuando en el agitado
vuelo
haya un descenso
y debas apoyarte en una
de estas.
Este árbol está muerto.
Quedarás tetrapléjico.
No hay manos a las que
agarrar.
No hay risas que destilen
tu felicidad.
No hay gente que te haga
sentir tan vivaz
que lo que puedes lograr
tú mismo.
No hay árboles sanos en
este bosque.
Hasta tú, rama que se
autocompadece
has fallado a miles y
miles de pájaros.
Y
Poco a poco, los días
venideros
se ocultan en días grises
en días con mucha gente
pero que son ciclos
desolados.
Y
Poco a poco, las risas
son formalismos
estar jodido y reírse de
todo
porque nadie quiere ver a
un payaso
con su mandíbula arqueada
hacia abajo.
Y
Poco a poco, las verdades
son inalcanzables.
Y compras más botellas
por si se encuentra, al final.
Pero solo llegas a la
mera conclusión
de que la vida, como el
orujo, es amarga.
Y
Poco a poco, todo eso que
te habla
que cree autocompadecerte
que cree oler tu esencia
poco a poco,
estará más lejos.
Como las estrellas de una
noche
en un pueblo sin farolas.
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